Editorial Por: Gabriel Guzmán 26/11/2020

¿Algún día tus hijos te preguntarán quien fue Maradona?

La verdad es que nunca supe de donde saqué ese poster. Recuerdo que cuando era chico, en mi pueblo, los sábados por la mañana llegaban vendedores ambulantes de otros lados que vendían como novedad esas imágenes en un tamaño de 70 x 50. Allí, en sus portfolios podían estar desde bandas ochentosas como Depeche Mode, A-ha o ya los noventosos  Guns ‘n Roses pasando por nacionales como Soda o la banda furor del momento que eran Los Fabulosos; hasta esa foto trucada con ese famoso mono vestido de arquero antiguo con la camiseta de alguno de los 5 grandes.

La verdad es que nunca supe de donde saqué ese poster. Recuerdo que cuando era chico, en mi pueblo, los sábados por la mañana llegaban vendedores ambulantes de otros lados que vendían como novedad esas imágenes en un tamaño de 70 x 50. Allí, en sus portfolios podían estar desde bandas ochentosas como Depeche Mode, A-ha o ya los noventosos  Guns ‘n Roses pasando por nacionales como Soda o la banda furor del momento que eran Los Fabulosos Cadillacs; hasta esa foto trucada con ese famoso mono vestido de arquero antiguo con la camiseta de alguno de los 5 grandes. Quizás de ahí. 

Pero esa imagen, que mi papá carpintero transformó en cuadro, tenía al Diego de su último partido en la selección. Posaba con la albiceleste y ese 10 en el pecho que infló cuando se fue de la mano de esa señora rubia que lo llevó a él y a ese maravilloso equipo al ocaso en ese mundial.  Abajo, en un dorado demasiado caricaturesco, alentaba un “Grande Diego” imposible de no asociar al comienzo de “La Mano de Dios” de Rodrigo;  pero más arriba, desafiante a la memoria, bien a lo Maradona enunciaba la leyenda: “Algún día tus hijos te preguntarán quien fue Maradona”.  

Ese famoso cuadro, famoso porque se lo pudo ver entre la multitud que lo despedía hoy, nos acompañó a mí y mis amigos de la infancia  de mi pueblo cuando nos fuimos a convivir y emprender la vida universitaria. Necesitábamos contar quienes éramos, a quienes admirábamos. Esa imagen resumía la significancia del fútbol en las vidas un hincha de River, uno de Boca y otro de Independiente ¿Quién podía juntar a los tres?. Esa estampa que nos acompañó entre febrero de 2001 y diciembre de 2006 fue testigo de mudanzas, un hijo tempranero, carreras completas e incompletas, novias, compañeros, compañeras, estudio y mucha amistad. 

Ayer por la tarde esa frase comenzó a tener un valor que nunca antes había tenido, el de la inmortalidad. Me pregunté si mi hijo alguna vez, valga la redundancia,  me preguntaría quien era Maradona y eso me asustó. Siempre me costó tanto explicarlo, defenderlo, humanizarlo, fundamentar su poder simbólico cultural y representativo que muchas veces no tenía argumento.  Tanto tiempo utilizado en debates insólitos con personas incapaces de empatizar con la irracionalidad de las emociones que no pueden comprender pasiones ajenas y sobre todo populares. Todo eso, ni siquiera me sirvió para tener una respuesta a esa consigna que me acompañó colgada en una pared durante más de 6 años.

Todavía golpeado por la noticia a la vuelta del trabajo y mientras miraba por ESPN a Quique Wolf y a Diego Latorre como acongojados lo recordaban en su faceta de compañero a la par proyectaban imágenes de sus mejores obras en los primeros años de su carrera. De pronto, mi hijo se acercó, se paró al lado mío e instaló sus ojos sobre el cuadrito de arriba a la derecha de la pantalla donde el 10 sometía al Loco Gatti. Me preparé. Mi hijo me va a preguntar quién era Maradona y no sé lo qué le voy a decir.

Matu de 7 años, captó el tercer gol de tiro libre de Diego a Boca jugando para Argentinos Jrs, aquel día de “El Gordito” y abrió la boca como nunca antes lo había hecho; sin cerrarla por un solo instante, giró su cabeza, me miró atónito y me dijo: - ¡Que golazo Pá!

 

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