“Jugar en el club de mi pueblo es un sueño cumplido”

Hijo del pueblo y formado en el Centro Social Las Higueras, Felipe Camilletti recorre una historia de diez años de esfuerzo y pasión: de las infanto juveniles a la Primera División y, al mismo tiempo, el desafío de ser entrenador de los más chicos en el club de toda su vida.

"Ser jugador de mi pueblo es un sueño cumplido" - Foto Silvina Bustos
Sus primeros pasos diez años atrás en el Club Azulgrana
El debut en reserva generó en Felipe "emoción y felicidad"
Para Felipe dirigir la 2017 Roja es "Un desafío nuevo pero a su vez muy lindo"
Su equipo, la categoría 2017 roja del Social

Felipe Camilletti, jugador desde niño en el Centro Social Las Higueras y hoy entrenador de las divisiones infantiles, repasa sus primeros pasos, su presente en Primera y lo que significa para él representar al club de toda su vida.

Es uno de esos jugadores que resumen la identidad del Centro Social Las Higueras: hijo del pueblo, formado en la cantera del club y hoy referente dentro y fuera de la cancha. Desde hace diez años transita un camino de constancia y esfuerzo que lo llevó de las divisiones infantiles a la Primera División, y en paralelo asumió el desafío de ser entrenador de los más pequeños.

“Mis primeros pasos fueron hace ya una década, cuando mis amigos me insistían para que me sumara. Recuerdo los nervios, pero también la ilusión. Al principio me costó adaptarme, pero después todo fue más fácil. Lo más lindo es que con muchos de esos amigos de entonces seguimos compartiendo la cancha hoy”, cuenta Felipe sobre sus inicios en Infanto Juveniles.

En todo ese recorrido, la familia siempre fue un sostén fundamental: “No había partido en el que no estuvieran ahí alentándome. Uno como jugador e hijo lo valora mucho, porque te acompañan tanto en lo bueno como en lo malo”.

El salto a Primera, que llegó tras un paso firme por Reserva, lo vivió con emoción y responsabilidad: “De a poco fui sumando minutos y acostumbrándome. Cuando llegó la oportunidad sentí mucha felicidad. Mantenerme ahí partido tras partido significa que hay un trabajo detrás, que estoy dando todo de mí”. Entre los desafíos que enumera, destaca la constancia en los entrenamientos, el roce del juego y la intensidad de la competencia: “El mayor desafío siempre es uno mismo, ganarse el lugar y estar a la altura”.

Pero si algo le da un valor especial a este presente es la camiseta: “Vestir los colores de mi pueblo es un orgullo enorme. Siempre lo soñé y hoy es una realidad. No hay palabras para describir lo que se siente representar al club donde nací futbolísticamente”. Y recuerda con emoción su debut: “Ese primer partido fue el momento más especial, el premio a tanto esfuerzo. También el día que fui titular por primera vez fue un sueño cumplido”.

La vida de Felipe en el club no termina con su rol de jugador: desde hace un tiempo también dirige la categoría 2017 roja. “La oportunidad surgió casi de casualidad, me llamaron porque me necesitaban. Al principio tuve miedo, pero acepté y hoy no me arrepiento. Es un desafío hermoso”, relata. Con los chicos busca transmitir lo que aprendió en su propia formación: “Intento que jueguen en equipo, que respeten, que suelten sus cualidades y se diviertan. Con ellos tengo una relación espectacular, dialogamos, hacemos chistes, y a veces hasta les doy premios. Son niños y también se aprende mucho de ellos”.

De su experiencia, rescata que el fútbol enseña dentro y fuera de la cancha: “Aprendés técnica, táctica, pero también valores como responsabilidad, esfuerzo, constancia, amistad. Me dio muchísimo y nunca me voy a arrepentir de haber empezado a jugar”.

Sus sueños son claros: “Como jugador, lograr un ascenso o un campeonato sería algo hermoso. Como meta, mantenerme en un buen nivel. Y como profesor, que el día de mañana los chicos me recuerden de la mejor manera, no solo como entrenador, sino como alguien que les enseñó también para la vida”.

Con orgullo y gratitud, Felipe sintetiza lo que significa su presente: “Ser jugador de mi pueblo, representarlo en cada partido, y al mismo tiempo formar a los más chicos, es un sueño cumplido. Todo el esfuerzo y la constancia de estos diez años hoy se reflejan, y eso me hace muy feliz”.

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