"Fueron muy buenos años"
Marta Clementina Matamala de Arcostanzo vive hace 44 años en Barrio San Francisco. A pocos meses de cumplir- el 18 de noviembre- una década como comerciante, el pasado 8 de julio cerró las puertas de "Despensa El Lea".
La crisis, el cansancio y la posibilidad de jubilarse la llevaron a decidir dar vuelta la página y comenzar ahora a disfrutar de su presente y la familia.
¿Cómo llega a tener su negocio?
Yo estaba operada de cáncer de mama, pierdo a mi mamá y me hice cargo de mi padre, mi esposo se fue a trabajar a un campo y quedé con Leandro- mi hijo más chico cuyo nombre luego le puse a la Despensa.
En ese momento mi hijo Gustavo pone la panadería y me fui con él a trabajar un tiempo, los acompañaba y me hacía bien. Ahí fue cuando el vecino Don Pelegrino cierra su comercio, ahí nació mi idea, quería sacar mi angustia y la tristeza que tenia, estaba muy sola y me dije que quería hacer realidad ese sueño.
Don Pelegrino con los ojos cerrados me trajo todo el mobiliario, le compré el fondo de comercio y abrimos, con pocas cosas en ese momento, el pan, las facturas, no mucho más, acomodé el living y empecé.
Un día Andrés- otro de mis hijos- me dijo que tenia que sumar más productos de venta, me prestó dinero $3000 en ese momento, vino mi marido del campo y salimos a comprar...no sabés la cantidad de mercadería que traje hasta yo estaba sorprendida, traje golosinas, leña, carbón, soda vino y gaseosas y eso permitió hacer crecer el negocio.
¿Eran tiempos de buena venta?
Acá había muchos niños y entonces la venta era buenísima, tanto que al poco tiempo me fue chico el lugar y se venían las fiestas del 2012, compré toda la mercadería para ese momento y crecí mucho. Le pedí a mi sobrino que me alquilara el local de al lado, compre estantes y vitrinas, porque todo era chico y vendía muy mucho.
¿Llegó a tener fiado?
La gente del barrio me respetaba, era mucha clientela y entonces tenía cuentas mensuales, algunos lamentablemente me quedaron pendientes. Primero cumplían mes a mes hasta que empezaron a no hacerlo y yo nunca fui capaz de ir a cobrarle a nadie, siempre decía donde comieron tenían que haber regresado.
Los perdí como vecinos porque me conocían muy bien y a veces cuando los cruzaba agachaban la cabeza. Una pena, eran jóvenes, todos tenían trabajo pero la gente se olvida cuando uno le da, perdí muchos clientes te dan vuelta la cara y no te saludan más.
¿Alguna vez pensó hasta acá llegué?
No, nunca. Si hubo merma siempre repunté, empujé para adelante, nunca miré atrás sino hubiera cerrado hace rato el negocio.
¿Y ahora cómo llegó la decisión?
Fueron casi 10 años los que el 18 de noviembre hubiese cumplido con el negocio pero por los cambios de precios y la baja en la venta al tener tantos otros comercios hoy en el barrio, decidí dejar cerrar este año. Incluso los mismos preventistas que antes esperaban afuera por la cantidad de clientes en el negocio me decían como se notaba que ya iba disminuyendo, entraban y salían al visitarme.
Sumado a que tuve muchos problemas de salud, si bien venía dando vueltas la idea de un momento a otro hablé con los hijos y les dije que el 8 de julio cerraba y así fue.
Cuando le dije a los clientes todos se sorprendían, estaban muy acostumbrados, pero no podía seguir, estaba cansada, eran muchas horas, tenia abierto de 7:30hs a 14hs y abría a la tarde de 17 a 22:30hs todos los días.
También lo hago porque me llegó la posibilidad de jubilarme a través de ANSES; que reconoció las tareas de cuidado de los hijos como un trabajo y si bien no tenía yo aportes y soy chilena, mi hija hizo los trámites y lo logramos, moratoria de por medio pero cobraré.
¿Qué le han dejados estos años?
Nunca me imaginé comerciante, pasé muchas cosas lindas, me hice muy conocida en el barrio y muchos de diferentes barrios que venían a comprarme, los albañiles que tempranito llegaban por el pan y las facturas. Atravesamos la pandemia y el covid, 30 días encerrados estuvimos. Ahora el cansancio pudo más y la situación económica rebalsó el vaso y ya era momento. El sueño...ya está cumplido.
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